jueves, 10 de enero de 2008

Enredándose en las vidas

Otra vez encontrarme tan ausente
en la mañana calurosa
entre las sábanas amarillas.
Otra vez no tener más que estas redes
que se me enrollan en las manos
y en la lengua y los dientes,
hasta desesperarme.
Estas redes de infiernos y soledades,
de exilios no consumados,
de recuerdos ambiguos y de amigos perdidos.
Otra vez levantar el auricular,
mirar por la ventana,
abrir libros y gavetas,
y encontrarlo todo desierto…
Sin vos, sin nadie, sin palabra alguna.
Y entonces envolverse un poco más en las redes,
ir perdiendo los dedos primero,
luego las manos y hasta las piernas.
Todo enredado,
falto de amigos y de abrazos,
todo sin beso cubierto de enredos.
Y seguir nadando entre las redes,
ya sin brazos y sin cuerpo,
y sin nada más que los ojos,
hasta ir finalmente,
poco a poco,
perdiendo la cabeza entre las redes.