miércoles, 20 de junio de 2012

ahí donde no se ve


“quizás elija mil veces
el mal camino”

Sin tiempo, con futuro más que incierto, con el sueño rasguñado por alambres, manchado con tinta, desnutrido y absorto, con el sueño desprovisto de almohadas, de ventanas calientes, de aires rugosos. Con el tiempo amoratado y roído y con las manos rotas, rotas de tanto usarlas para escarbar el viento, como ratones con necia vocación suicida, buscando placidez entre una muchedumbre, buscando abrir las zanjas de la hidroponía de vida, abrirlas con las manos, con los dedos carnosos, sintiendo entre las uñas el ardor de la nada, de ese imposible certero hacia el que con alevosía saltamos, el ardor y el dolor siniestro de un vacío absoluto, rompiéndonos la piel, las pestañas, los besos, el dulce olor del cuerpo rozando otro cuerpo, rompiéndonos la muerte más acá de la vida, rompiendo como olas de espuma inexistente, en silencio y griterío, en perforación rotunda, rompiéndonos los sesos, irrigándonos por dentro, dejándonos las manchas de tizne transparente, las pintas sin relieve en todas las paredes, dejándonos el eco de un suspiro aspirado, de una risa seca, de una esperanza fundida… 

Y entonces desde esta nada en la que sumergimos los dedos, en ese espacio vacío que impertinentes sembramos, en este hueco sin fondo tan falto de luz y de exilio, cerramos con insensatez los ojos robándonos la oscuridad ajena, cerramos y miramos con sabiduría ciega la vibración de tonos del espectro, soltamos, pues, carcajadas audaces, abrazos imprudentes, amor en borbotones, soltamos las voces, los cuerpos, las ganas de explotar y de expandirnos, soltamos nuestros labios insolentes, los ríos que nos fluyen desde adentro, las aguas, las mareas, el mar, los torbellinos, el dulce terremoto que nos parte las entrañas, la falta de asidero y de camas propias, liberadas, soltamos nuestros cuerpos, soltamos las amarras, soltámonos al viento y llovemos en trémulo aguacero irreverente, aguacero escandaloso hecho de múltiples gotas, aguacero que llueve colectivo, imparable, incorregible, temerario y unísono. 


"Voy a tener que aprender a vivir otra vez…"
Calamaro