Otra vez encontrarme tan ausente
en la mañana calurosa
entre las sábanas amarillas.
Otra vez no tener más que estas redes
que se me enrollan en las manos
y en la lengua y los dientes,
hasta desesperarme.
Estas redes de infiernos y soledades,
de exilios no consumados,
de recuerdos ambiguos y de amigos perdidos.
Otra vez levantar el auricular,
mirar por la ventana,
abrir libros y gavetas,
y encontrarlo todo desierto…
Sin vos, sin nadie, sin palabra alguna.
Y entonces envolverse un poco más en las redes,
ir perdiendo los dedos primero,
luego las manos y hasta las piernas.
Todo enredado,
falto de amigos y de abrazos,
todo sin beso cubierto de enredos.
Y seguir nadando entre las redes,
ya sin brazos y sin cuerpo,
y sin nada más que los ojos,
hasta ir finalmente,
poco a poco,
perdiendo la cabeza entre las redes.
jueves, 10 de enero de 2008
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