para indira
Una amiga se dio a la ardua tarea de contestar a todo lo que la gente publicaba hoy en fesibuk sobre los mineros chilenos, con mensajes que seguían la siguiente fórmula: “Cristobal Colon = Industrias Infinito Gold... No mineria en Crucitas!!” a mí me resultó refrescante entre tanto triunfalismo emotivo en el que el mundo entero parece celebrar la victoria de Chile contra la horrible mina voraz.No es que no me alegre del rescate, hay que aclararlo, lo celebro como ustedes. Yo también me senté frente al televisor y vi salir al primer minero, emocionada con sonrisa en cara y cosquilleo de apetito de abrazo. Pero al mismo tiempo, frente a la pantalla, vigilante de un rescate grandioso, mi estómago se retorcía solo y hacía un barullo tremendo que no me dejaba escuchar las palabras del presidente Piñera. La indigestión fue entonces inevitable.
Me encontré frente a un espectáculo de poder inimaginable. La instrumentalización mediática me erizaba la piel. Yo, que nunca me interesé en los reality shows, de pronto me vi envuelta en la dinámica eufórica del episodio más reciente y cruel de la televisión-de-la-realidad.
Hablemos, pues, de la estrategia mediática, que al final de cuentas es inevitablemente la estrategia política. ¿Quiénes son los protagonistas? Tenemos a 33 mineros convertidos en personajes televisivos. Conocemos sus nombres, sus habilidades, sus temores y hasta sus intimidades. Más que su condición de pobreza, de obreros mal pagados y explotados, conocemos a fondo sus vínculos familiares, sus intereses y las localidades de donde provienen. Sabemos que, si logran salir vivos de ésta, les espera una serie de premios donados por los patrocinadores de su desgracia (los “empresarios mineros filántropos”).
Tenemos a un presidente sonriente que jura que los sacará de la oscuridad, a un equipo de expertos rescatistas que aparecen como héroes secundarios en el drama por la luz del día. Y tenemos al villano, al más malvado enemigo que pretende devorarse 33 vidas quebradas: La Mina.
Esta prosopopeya es clave. La Mina como el malhechor, La Mina como el ser despreciable. No la compañía minera, no los dueños de la mina, no la actividad minera que tantas vidas ha asfixiado y tantas reduce a desgraciada supervivencia.
La Mina como enemigo acapara nuestra atención y nos distrae de las verdaderas causas de esta catástrofe. La Mina nos permite depositar en sus honduras nuestra rabia, nuestra angustia y nuestros reclamos.
El mundo entero se solidariza con los 33 mineros devorados, pero la reflexión no sale de la mina San José. Mientras tanto, vidas enteras de mineros, de gente pobre explotada son devoradas por todas partes sin que podamos siquiera comenzar a imaginarlo. Sus nombres no aparecen en los diarios, sus rostros, sus intimidades, sus infidelidades no dan vuelta al mundo en señales repetidas cargadas de emoción. Las desgracias cotidianas de estas gentes no califican para un reality show. Más aún, su miseria resulta un mal necesario para el sostenimiento del sistema, al que no le conviene poner el tema en la agenda mediática. Si no sabemos que existe no tenemos posibilidades de detenernos a pensar y solidarizarnos. La opresión no se televisará, y ningún rostro oprimido será transmitido por CNN sin antes pasar por la sala de maquillaje, por esa [de]formación ontológica que convierte a las personas en personajes.
La mediatización de esta desgracia produce una vulgarización de la problemática y la reduce a una trama de película hollywoodense. Así, sabemos más sobre la infidelidad de un minero que sobre las denuncias que desde julio interpuso el sindicato, reclamando las malas condiciones de trabajo, los riesgos de accidentes laborales y la falta de de vías de escape en caso de emergencia. Así, entusiasmados con este circo mediático celebramos hoy el triunfo de la gente contra La Mina y olvidamos el aplastante triunfo de la minería sobre los pueblos del mundo.
“Cristobal Colon = Industrias Infinito Gold... No mineria en Crucitas!!"