Otra vez manejar por las calles mojadas, por estas que me son prohibidas los jueves. Otra vez pensar que perdí una batalla que jamás debí permitirme perder. Y el doler de esta derrota absurda y llena de ataques ajenos, y yo dejándolo ir todo, con mi paupérrima vocación de mártir.
Otra vez dejarlo en la puerta de su casa, y mirarlo alejarse tras gotas gordas de lluvia. Saber que nos separan meses, kilómetros y salarios, y que estamos condenados a esperarnos y a extrañarnos hasta que cambie la suerte, o hasta que nada cambie.
Otra vez recordarla y extrañar sus historias, y querer contarle el mundo tan pequeño y aburrido en que me encuentro. Tener miedo de llamarla y no encontrarla más. Tener miedo, como bien lo dijo ella, de ensuciar esos recuerdos que es lo poco que nos queda. Y extrañarla, todavía.
Y otra vez, otra vez, volver a este cuarto con un bombillo que alumbra a medias, con mi perra envuelta en cobijas color naranja, y la lluvia golpeteando entre los techos y los árboles. Yo sola, desempleada, egresada y desganada, en este estado de inercia que continúa alejándome de él. Queriendo reencontrarme con sus besos, como anoche, y con su rato y su silencio, que sin mucha angustia solemos compartir. Yo añorando futuros aún lejanos, aún imposibles, otra vez.
Otra vez dejarlo en la puerta de su casa, y mirarlo alejarse tras gotas gordas de lluvia. Saber que nos separan meses, kilómetros y salarios, y que estamos condenados a esperarnos y a extrañarnos hasta que cambie la suerte, o hasta que nada cambie.
Otra vez recordarla y extrañar sus historias, y querer contarle el mundo tan pequeño y aburrido en que me encuentro. Tener miedo de llamarla y no encontrarla más. Tener miedo, como bien lo dijo ella, de ensuciar esos recuerdos que es lo poco que nos queda. Y extrañarla, todavía.
Y otra vez, otra vez, volver a este cuarto con un bombillo que alumbra a medias, con mi perra envuelta en cobijas color naranja, y la lluvia golpeteando entre los techos y los árboles. Yo sola, desempleada, egresada y desganada, en este estado de inercia que continúa alejándome de él. Queriendo reencontrarme con sus besos, como anoche, y con su rato y su silencio, que sin mucha angustia solemos compartir. Yo añorando futuros aún lejanos, aún imposibles, otra vez.
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