viernes, 4 de julio de 2008
Explosión de infarto
Leyendo a Galeano decidí cómo quiero morir. Siempre pensé que lo mío era el suicidio, cuando menos la eutanasia. Pero no, hoy sé que quiero que se me explote el corazón. Así, en un día cualquiera, sin avisarme. Que se me estalle nada más, como se estallan las bombas de los niños cuando su ilusión no les permite dejar de soplarlas. Y en esos segundos de silencio y cosquilleo, que permutan la extasiante contorsión del estallido, espero recordar las palabras de Galeano: “Y nada tenía de malo, y nada tenía de raro, que se me hubiera roto el corazón, de tanto usarlo.”
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