lunes, 24 de noviembre de 2008

10 días

Puede la vida erguirse en 10 días. Sí, puede. Puede cobrar sus formas de apurado parto hirviendo, con sus gargantas gritando en el idioma del pueblo, con sus buses y sus guaguas de colores que transportan ángeles de los infiernos, obreros y campesinas que ejecutan el rojísimo palpitar de América Latina. Puede amanecer el frío del aquel contacto primero con el mundo, y al quinto día surgir el alarido intenso que dan los recién nacidos cuando abren sus ojitos en plena adolescencia. Y el maquinar rabioso que bombea sangre y emociones, que corta los oxígenos de tajo y divide lo soñado de lo muerto, puede esto también explotar en 10 días, extender sus dominios, tomarse como riendas los cabellos. Puede el calor sudar las carnes apenas nacidas, puede sacarles mortíferas semanas de entre los poros, y gotearlas por las pieles erizadas hasta tocar los suelos secos de tanto parir flores de ensueño. Y luego este calor se interioriza, y se carga con dulzura cual parásito simbiótico. Las nubes, las lloviznas, los vientos que congelan las narices, todo empedrado en el tiempo, en los 10 días de vida-en-vida, que culminan con tibieza de agonía. Puede la vida entera erguirse en 10 días. Y si me tocara reescribir el génesis, diría que dios comenzó el mundo el día 11 de noviembre.

1 comentario:

Uno que mira dijo...

pobre criaturita de diez días
que quiere vivirse la vida amamantándose de américa
quiere poder caminar, ya no arrastrarse
nomás diez días le dieron
y llora
porque diez días no alcanzan ni para agarrar impulso.