Casi todas
las flores se han caído, pero quedan algunas. Los rastros, el brillo desteñido
de una primavera falsa, tibia, imaginada, el contorno exiguo, las manchas en
los años, la sonrisa seca, simple, sincera, el tenue resplandor de antiguos
goces. Las hojas, ahora frescas y verdes y locuaces, las hojas monumento de la
cotidianidad. Todo pasa aunque jamás nos pase. Todo pasa.
Las flores,
resistencia absurda de adoquines trasnochados, las flores, banderas de
ausencia. Casi todas se han caído en mayo. Pero algunas quedan.
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