martes, 31 de marzo de 2009

si no muero de calor en el intento

y sí, prometo quererles mucho si no muero de calor en el intento. Prometo soltar las riendas y dejar mi necia maña de querer tasarlo todo. Prometo extender mis manos completamente vacías, para que ustedes tomen lo que son: dos manos. Mis ojos, mis gritos, las lágrimas que con frecuencia derramo, las palabras que no escatimo ante la vista, las que involuntariamente callo antes de que puedan llegar a sus oídos. Mi risa temblorosa cuando vuelo, su versión más genérica cuando río, mis ganas de querer quemar el mundo, y la frondosa conciencia de haberlo perdido todo. Prometo darles todo esto, que es muy poco, por supuesto, y ofrecer nada más que esto que tengo; esperar apenas su sonrisa, solidaria, cotidiana y tranquila, esperar de ustedes si acaso un recíproco tratado de cariño. Y sí, si no muero en el intento, de calor o de profundo vaciamiento de remaches, promete quererles mucho, casi demasiado, quizás finalmente libre de forma alguna.

jueves, 26 de marzo de 2009

llamado

y a veces todavía preguntan por qué no me gusta el teléfono

Me duelen tanto los ojos y en medio de esta ausencia de voces me resulta escandaloso el chillar de un grillo afuera de mi ventana, el gruñido de mis tripas, la madera que cruje en lugares que no alcanzo a visitar. El ritmo inmutable, conocido y registrado en la memoria desde los tres años, esa melodía monótona y detestable que acelera los latidos y revuelve el intestino, la tonada seca que me tira el timbrar del teléfono que no vas a contestar. Aún así la escucho, y aguardo con angustia su previsible final. Mi mano sudorosa se aferra a aquel aparato, lo estruja como queriendo sacarle de sus entrañas tu voz. Mis ojos que irremediablemente te buscan en este espacio vacío, en esta habitación que me queda dos tallas más grande. Sigo escuchando esta melodía genérica, imaginando tus rincones y las líneas de tu cuerpo, imaginando los espacios que habitás, las calles que estás caminando, las voces, los rostros, las botellas que tocan tu cuerpo en este instante en que yo no lo hago. Y luego todo se descompone en lágrima y contracciones de músculos desordenados. El previsible final ocurre. Mi soledad se extiende. Los ruidos no dejan de incomodarme.

sábado, 21 de marzo de 2009

Relato de un olvido soñado

Me encontré su nombre perdido en un sueño. Parecía lejano, cambiado, con las puntas deformadas, carcomidas como rocas en la playa cuando las baña el arduo dolor del tiempo. Yo lo leí, lo repasé con necedad inquieta y pronuncié sus curvas insistentemente, como queriendo saborearlas al derretirse en mi lengua. Mi murmullo se fue tornando en grito, el acento fue formando un canto. Y desperté a los muertos que me fueron apareciendo como invocaciones turbias y añoradas en ese campo sagrado en que el sueño borra soledades y ausencias. Me tocaban con sus manos de muerto, que en aquella geografía heterotópica no eran más que manos y dedos. Intentaban hablarme y yo, sumida en el transenombre, seguía cantando a gritos los fonemas que demarcan su silueta. Juntáronse nuestras voces, la del sueño y las de muerto, entonando con espeluznante dulzura un coro que sacudía el monótono vibrar del corazón. Dolían las gargantas y las voces, las pieles erizadas, las puntas de los dedos, dolían lágrimas hacinadas en las bolsas ojerosas, dolía el sueño, el canto, el nombre, la ausencia, el tiempo, la suma de esas letras que no paraba de pronunciar.

Desperté sobresaltada con un cosquilleo angustioso, mi mente tambaleándose entre montañas ahora innombrables, y en la punta de mi lengua una necesidad imperante por conjugar las sílabas que invocarían de los sueños el pasado inexistente. Y fracaso. Sumida en la vigilia que abarca tierras recorridas, choco con las fronteras que imponen su verdad sobre mi canto desarticulado. Busco desesperadamente en cada esquina de mi memoria, busco las huellas de muerto sobre mi piel aún eriza, balbuceo al borde del llanto un borbolleo de ruidos sin tonalidad melódica. Y me rindo. Suspiro con violencia al comprender que no podré conjugar su nombre. Lo he olvidado.

jueves, 19 de marzo de 2009

urgente llamado de auxilo

p o r f a v o r

alguien que me regale un texto,
un poema chiquito,
aunque sea el comienzo de un verso.
me pierdo en un mar de números sin ritmo
no encuentro la locura entre mis sesos,
me cuesta respirar afuera del exilio.

miércoles, 4 de marzo de 2009

lunamitad

Hoy la luna no es turca y apenas me enseña la mitad de los dientes cuando le pido un abrazo. Yo la miro sin remedio, como se mira el tiempo cuando no queda de otra, como se miran las hojas de un árbol flaco y demasiado seco para su corta edad. Ella, solitaria, desde su lejanía me extiende telegramas que no entiendo, pero recibo. Su faz exigua relata cicatrices, relieves que recuerdan los días que no son ayer. En ese espacio turbio en que ahora la encuentro, las nubes estorbando, el frío, el viento, el eco... Todo parece un suspiro, todo respira, sacúdese el silencio roto, la luna con su mitad ausente, y yo, mirando desde mi ventana la luz que a medias lanza su intrépida vejez sobre mi cara.

domingo, 1 de marzo de 2009

El rap del paraguas

ADVERTENCIA: este rap se lee mejor bajo un paraguas. Si no tiene uno a mano, le recomiendo usar su imaginación y atenerse a las consecuencias. Si tampoco tiene a mano su imaginación, será mejor que se abstenga de leerlo.

Vamos a abrir un paraguas,
contra la lluvia que fragua
los caminos torcidos,
los ánimos perdidos,
las ganas de correr cuando amanece el día,
correr como revienta una tormenta fría,
los dichos, los refranes, los zaaas y las canciones,
vamo'a entonarlo todo al ritmo de los calzones.

Parece que va llover, el cielo se está nublando,
saque el paraguas, compa, y nos vamos calentando,
Entre las líneas del tren las sombras van caminando,
saque el paraguas, compa, y nos vamos calentando.

Así, como enturbiando lagos,
como tirando piedra hacia todo lado,
que suene a charleston con cumbia mezclado
como suenan los sesos cuando se come helado.
Que me alcance quien pueda,
que me sigan las ruedas,
a los labios, las palabras, las múltiples historias,
póngales banquete, écheles euforia,
que se viene el trailer-tren que su corneta repite
que no lo deje a usted, compa, cómase el confite.
Ahora montados todos en la carreta sin buey
hey, al cassette de las ardillitas póngale pley!

Parece que va llover, el cielo se está nublando,
saque el paraguas, compa, y nos vamos calentando,
Entre las líneas del tren las sombras van caminando,
saque el paraguas, compa, y nos vamos calentando.

De Paraguay a Turquía en una bocanada,
yo invito al pasaje, pague
usté con carcajada.
Llegó el momento de sacar el mecate,
amarrarlo a la frente y comenzar el rescate.
Vamo'a leer Rusó como los viejos,
vamo'a seguir a Fucó como los necios,
y en tutoría con Hendrix aprender a dar un beso,
con los ojos al cielo, con nariz de sabueso.
Y pa'que que no le pasen políticos por la mente
limpie el viomaster, echele buen detergente,
busque el portón abierto de algún viejo calvo
y láncese contra el suelo como juntando algo.
zaaaaaaaaa!

Parece que va llover, el cielo se está nublando,
saque el paraguas, compa, y nos vamos calentando,
Entre las líneas del tren las sombras van caminando,
saque el paraguas, compa, y nos vamos calentando.