martes, 26 de agosto de 2008

Ante el menú de muertes

A ver, seamos sinceras, cualquier opción terminaría matándonos. Podemos elegir sólo la muerte, aunque en distintas formas y en variados sabores. Por ejemplo, pudimos escoger la muerte pronta, rápida y asfixiante como explosión de árbol floreado. Sí, pudimos escogerla y suicidarnos, en medio de un desorden poli-triangular, casi romboide, donde no hubiese quedado nada más que huellas de explosiones devastadas y despilfarros de excesos de pasión.

Pudimos también haber optado por el modo soñador y masoquista, por la esperanza-en-futuro, por el optimismo cobarde que insiste en que algún día todo podría mejorar. Pudimos haberlo intentado de esta forma, que es la que yo quería, y habernos tragado las ganas, los colores, las caricias, a cambio de una miseria de momentos, quizás nunca íntimos, quizás jamás completamente nuestros. Pudimos haber escogido estos cuidados paliativos, y habernos ido muriendo de forma lenta pero suavecita, con anestesiosa amistad y artificialidad intravenosa.

Pero no. Quiso usted ser valiente y ser directa, quiso por primera vez hacer lo mejor o al menos lo debido. Yo insistí en mi berrinche y en mi llanto, en aferrarme a mi muerte electa, en pedir con tierna desesperación la artificial anestesia. Pero usted, más sólida y contundente, aunque igual cargada de desgarros y sangres lagrimosas, pudo sortear la cobardía y resistir el olor de las flores ausentes.

Entonces eligió la más dura de todas las muertes. La muerte para siempre sin futuro ni descanso, la muerte que es eterna pero no tiene cielo. La muerte de Galeano en esa nocheprimera (es decir, la muerte de mujer atravesada en la garganta). La muerte del desahucio sin anestesia ni eutanasia, sin calores rápidos ni mentiras que adormezcan. La muerte por completo, de frente y a secas. El cáncer con el nombre que se llora entero.

Y así será. Que se haga lo valiente y lo certero, que se nos venga la muerte y se pose en la mirada hacia adelante. Que muramos la muerte hasta que se muera toda, aunque nos lleve la vida, o la mitad de ésta.

3 comentarios:

_ dijo...

leyendo en el blog de carlos, encontré el suyo. Me identifico con casi todo lo que escribe, en el tono y la desdicha de ponerse a pensar más de la cuenta cuando se está solo.
Que debajo de las risas y las carcajadas del día se esconden las tristezas más hijueputas cuando tdo está en silencio. Me cago en tooo carajo! salutaciones!

Unknown dijo...

A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor rompiéndome el pecho,
una flor, y decir: Esta flor,
para usted.
NG

mali dijo...

yo no tenía hambre. era demasiado temprano para comer.
"usted qué piensa?" me preguntaste con esa cara que solo te vi ese día.
"que no quiero que se vaya de mi vida", contesté con tristeza mientras de acariciaba los dedos.
"no me voy", dijiste con leve sonrisa. te acercaste y me diste un beso tierno y suave en la mejilla, que duró la eternidad.
"todo va a estar bien". bajaste de mi carro, cerraste la puerta y te fuiste a cenar sola.

"Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos." RS