lunes, 29 de septiembre de 2008

di[a]funto

Para Carlos que me ayudó a entenderlo, y para todo aquel que hoy también se sienta embaucado por la vida.

Carlos dice que este día nació muerto y yo creo que es una buena explicación. Es un día ya caducado, gastado y lullido, que intentamos recorrer porque nos toca. Es por esto que anocheció desde las 2 de la tarde, y que no para de llover materia exótica. Es por esto que a las 6 nos envuelve la penumbra hecha desvelo, y parece que fueran las 11 en una noche de lunes sin bastones.

Yo siento un cosquilleo incómodo adentro de mi cabeza, y si no cargara con esta maldita deformación profesional afirmaría que me hormiguea el cerebro. Y también siento otro cosquilleo distinto, menos incómodo, que casi culmina en placentero, pero se pierde en extraño justo antes de llegar. Es como un titilo efervescente que se ubica donde inicia mi nariz, pero del lado interno de mi cara.

Todo esto en un día que se nos torna eterno, terriblemente aburrido y lleno de horas pegajosas que parecieran durar más que las horas de una clase de colegio. Dormí toda una noche pero apenas pasaron dos horas. Dormí y soñé los sueños que se sueñan entre semana, y escuché la lluvia, e imaginé inundadas todas las calles de mi barrio. Pero desperté y seguía siendo este lunes -¡lunes temprano!-muerto y moluscoso, del que no logro escapar por más que corro en minutera maratón.

Ahora hay un olor que invade toda mi casa. No sé si viene de afuera, podría perfectamente nacer en mi nariz. Es un olor a flores, como a lirios o reina de la noche, un olor que reconozco en las pocas ocasiones en que he visitado las funerarias. Es un olor a muerte, que es siempre delicioso y siniestro. Pero Carlos lo describió mejor de lo que he podido hacerlo yo: “hay un olor a viejo, como si este día ya lo hubieran usado.”

1 comentario:

Uno que mira dijo...

No deja de ser aliviante, como la morfina, digamos muy a propósito, esto de ayudarnos a entendernos y a nuestras circunstancias entre todas y todos quienes conformamos este sindicato de desentendientes. Hoy ya es otro día, uno que espero que al menos en su tarde sea un despertar del coma, al menos de alguno de estos comas, porque hay otros que ya son, por contradicción sintáctica: coma y punto final.