Hay carros atravesados por las calles de Tibás, y por las calles de la vida, pareciera, al menos de las nuestras. Carros que no deberían estar ahí, o que al menos no suelen estarlo. Hay carros atravesados con sus luces apagadas, o con sus luces intermitentes color naranja, parados en media calle o en lugares extraños, como si quisieran decirnos algo. A veces pienso que son un augurio de estas muertes que nos cruzan, de los destinos fugaces y las despedidas pendientes que ya ni siquiera postergamos. Pero quizás son sólo carros que se atraviesan por los caminos, sin ningún otro propósito que atravesarse. O quizás llevan adentro gente que, como nosotros, carga a cuestas sus heridas, sus ojeras y algunas sonrisas pálidas; gentes que se han cansado de vagar por calles frías, y que han decidido pararse donde puedan, donde sea que hayan llegado. Gente que espera atravesar la noche, aunque sea ahí, en media calle, casi como deseando que sea la noche quien les atraviese. Gente que ocupa carros vacíos, algunos un poco más llenos, que se detienen sobre el camino sin intentar moverse.
Hay carros atravesados por las calles de Tibás, y en todos lados.
Hay carros atravesados por las calles de Tibás, y en todos lados.
1 comentario:
Hola, me encanta el blog.
Lo siento no escribir más, pero mi español es malo escrito.
Un abrazo de Portugal
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