miércoles, 21 de mayo de 2008

Daniel

Caminar las calles,
recorrer los trillos,
olvidar tus manos
y decirte adios.
Escuchar los silencios
como lágrimas,
escurriéndose por los rincones
y filtrándose entre las cejas y los ojos.
Despedir tu sombra
y tus ecos todos,
desesperadamente doler, doler.
Caminar sin vos
aunque estés a mi lado.
Caminar ausente
y cansada y doliendo.
Dejar ir Paris
-con sus cuatro décadas-
dejar el futuro
y los pasos ajenos.
Tantas las promesas,
tantas las palabras
y tan largos los años.
Se acabaron los techos
y también las lluvias,
impregnó todo el hastío
y nadie cortó sus venas,
no hubo serenatas
ni nobles despedidas.
Sólo noches negras
y oscuras las lágrimas
plagando los insomnios que no pagaré.
No hubo sorpresas,
fue una muerte lenta,
cargada de agonías y de excusas,
y de sombras antigüas
que jamás podre poblar otra vez.

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