sábado, 3 de mayo de 2008

Los besos de mi compañero

¿Cómo explicarte que sos vos y no alguien más, que no me canso de esperarte y de soñarte, de recorrerte los brazos, la espalda y la barba? ¿Cómo explicarte que aunque aprendí de memoria la forma de tus nalgas, el contorno de tus dedos, el sabor de tus costados, sigo queriendo buscarte y encontrarte por las noches, aún cuando estás cansado y yo aburrida de hacer nada? No sé cómo hacer, de veras, para explicarte que no busco a nadie más para que acompañe, que sos vos mi compañero y mis suspiros y mis futuros caminos.

Y que tus besos, los que doy, son solamente tuyos y no se los doy a nadie más, por dos razones principalmente: porque no quiero y porque no se puede. Y entonces cuando beso otros labios, talvez más suaves, talvez más pequeños, no te robo ninguno de tus besos, no los gasto, no los regalo. Aquellos besos son distintos, y no distintos malos ni distintos mejores, simplemente distintos en su esencia, en su estructura musical, y en el destino final que procuran demarcar.

Pero ves, fracaso otra vez en mi intento de explicarte lo que siento, porque no puedo asegurarte con mis palabras, ni siquiera con mis besos, lo que sólo vos podés llegar a prometerte. Sin embargo me angustio en esta espera, y trato de dibujar con la punta de mis dedos esto que siento. No se trata de infidelidades, ni de costumbre, ni muchos menos de hastío. No son las puertas abiertas de un closet, ni siquiera se trata de ella. Se trata de mi, de lo que siento y lo que existo, y los besos que no doy, pero quisiera. Y de todos lo que doy, también, y que me encantan.

¿Cómo hacer para explicarte que no intento llenar un vacío que dejás? ¿Cómo hacer para explicarte que sin vos esto no tendría sentido alguno y me encontraría llena de angustias y besos sin destino, que no puedo darle a nadie más, que necesito darte -a vos- todos los días? ¿Cómo hacer para explicarte que sos vos mi compañero, aún si beso otros labios o reprimo mis ganas de hacerlo?

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